El núcleo antiguo

s. XIV
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A lo largo de los siglos, las murallas no solo han tenido un uso defensivo sino que también han servido para controlar a la población local. Como en la mayoría de recintos amurallados, los portales tenían la función de peaje para controlar las entradas y salidas de las mercancías de la villa antigua.

Palabras clave: murallas, portales, Edad Antigua, Edad Media, Guerra de Sucesión, siglo XIX.

El poblamiento en la Selva del Camp

La existencia de un poblado íbero en el núcleo antiguo de La Selva se evidenció con el hallazgo de un silo en la actual plaza de Sant Andreu. Aunque no se ha podido constatar una continuidad con ningún asentamiento romano en el mismo lugar, en otras partes del término municipal sí existen testimonios que lo demuestran, como el yacimiento del barranco de Sales y el de Paretdelgada. Con todo, el primer recinto amurallado no está fechado hasta el siglo XIII, con unas dimensiones más reducidas que el actual.

Las murallas del siglo XIV

Las murallas que dibujan el actual núcleo antiguo de La Selva datan del siglo XIV, después de que Pedro IV de Aragón, llamado el Ceremonioso, (1336-1387) concediese el permiso para repararlas. Los portales son las aberturas de acceso al recinto y es donde el Concejo municipal recaudaba los tributos sobre los bienes que entraban dentro de las murallas. Aunque al principio tan solo existían dos portales: el portal d’Amunt y el portal d’Avall; a lo largo de los siglos se abrieron otros, como el del Arquebisbe, que accedía al castillo; el de Sant Antoni, en la plaza de la Palma; y el Nou, o de Mates, en el arrabal de Sant Pere.

Las murallas como viviendas

Con el transcurso de los años las murallas quedaron obsoletas frente a las nuevas armas de combate y la falta de uso como elemento defensivo llevó a que muchos vecinos abrieran ventanas y puertas para complementar sus viviendas. Sin embargo, en los siglos XVIII y XIX las murallas fueron protagonistas de dos hechos singulares. Finalizada la Guerra de Sucesión (1700-1715), las nuevas autoridades borbónicas quisieron echar abajo las murallas por la falta de pago de la manutención a las tropas. Pero la amenaza quedó en nada cuando el Concejo municipal satisfizo el pago. Más adelante, durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840), las murallas volvieron a tener una función defensiva frente a las escaramuzas de los partidarios del pretendiente Carlos V, por lo que se tuvieron que tapiar algunas aberturas.

Las torres

Durante los más de ochocientos cincuenta años de historia de La Selva, las torres han formado parte del recinto amurallado y sus singularidades les han valido algunas denominaciones populares. Conviene destacar la desaparecida torre de la Batalla, documentada en la primera mitad del siglo XIV, que controlaba el tramo final del llamado rec de la vila (acequia de suministro de agua) y se erigía delante del camino que subía al Puig d’en Cama. Otra torre singular del recinto fue la de las Clavegueres, donde desembocaban las aguas residuales, cerca del torrente de Cassans. Las constantes reformas de las defensas se evidencian en las almenas de esta torre, fechadas en 1562. Finalmente, la torre del Baró, o del Sol de la Vila, conocida en el siglo XIV como la torre d’en Beixa, es de las más imponentes del recinto por su privilegiada situación en la plaza del portal d’Avall. Su denominación moderna, torre del Baró, la vincula con la mansión anexa que fue propiedad de los barones de la Montoliva, de Vilallonga del Camp. Su relación con La Selva se evidenció cuando Pau de Magrinyà, en 1723, fue nombrado regidor del municipio.